Paginas que ya han pasado de un libro inacabado

El frío matinal te hiela todo el cuerpo nada más abrir la puerta de tu casa, coges la bici que tienes tirada, como no, en la verja de tu jardín, pones cada pie en su sitio y empiezas a pedalear contra el viento. La pelea de todas las mañanas. Las calles estrechas te abren su camino, a tu lado van pasando los edificios bajitos y de obligado colorido (obligado para alegrar la ausencia de sol). El cielo gris te amenaza con ponerte la capucha, pero tú, continuas tu paseo hacia los acantilados. Te bajas de la bici y la arrojas al suelo verde. Y te tumbas y te asomas al acantilado, dejando que la brisa marina juegue con tu pelo.


Me voy a ver los famosos acantilados irlandeses esta Semana Santa... ¡Hasta la vuelta!